«La formación en los talleres de lunas es clave para el éxito»

Gabriel Muñoz, creó una plataforma novedosa para la gestión de siniestros de lunas que aglutinaba al mayor grupo de talleres independientes del mercado, respetaba la identidad de los mismos y vehiculizaba las necesidades de muchas aseguradoras de forma directa sin intervención pericial, su nombre: ACR. Su inquietud personal y profesional le ha llevado al campo de la enseñanza por lo que insiste en potenciar la formación en el sector de talleres y que estima vital para garantizar la calidad al usuario.

PREGUNTA: ¿Nos podría describir en una breve frase cómo fue su experiencia en el sector?

RESPUESTA. Mi experiencia en el sector asegurador data de principios de los años 70, combinando siempre la faceta pericial efectiva a través de Gabinete propio, con ocupación de cargos de responsabilidad en las Aseguradoras que han ido desde el denominado Jefe de Peritos, la Asesoría Pericial de Autos y Ramos Diversos, la Subdirección de Siniestros y la Dirección del Area Técnica y Logística de Winterthur Service, entre otros.

Paralelamente mi inquietud personal y profesional me ha llevado al campo de la enseñanza, así como a la ocupación intervenciones en Icea en la lucha contra el fraude, Centro Zaragoza, etc. incluso a intervenir en el Centro de Intervención de Siniestros que la firma Accenture creó en Bucarest, de la que fui asesor.

Asimismo tuve inquietudes empresariales, también en el campo de las lunas y a partir de un requerimiento formal de la Aseguradora Allianz para que gestionara de forma directa los siniestros de lunas mediante un acuerdo nacional, fundé unas sociedades para gestionar dicho cometido, creando una plataforma novedosa que aglutinaba al mayor grupo de talleres independientes del mercado, que respetaba la identidad de los mismos y que vehiculizaba las necesidades tanto de Allianz como de otras muchas aseguradoras de forma directa sin intervención pericial.

P. ¿A qué retos tuvo que enfrentarse durante su carrera profesional?

R. Este conjunto formativo y de inquietud personal quería dar respuestas varias a un sector que parecía no evolucionar. Respuestas tales como:

  • Abaratar el coste pericial en intervenciones que no tenían valor añadido, facilitando al cliente una mejor disponibilidad de su vehículo y una especialización en la ejecución de los trabajos.
  • Liberar a los peritos profesionales de intervenciones de ningún valor técnico, permitiéndoles centrarse en las intervenciones de mayor calado y especialmente en la lucha contra el fraude.
  • Homogeneizar una calidad del producto, etc.
  • Implantar una competencia real.
  • Añadir servicios complementarios.

Dar visibilidad al cristal que en el mundo de la reparación parece ser una actividad menor y sin contenido ni dificultad técnica. De hecho a día de hoy salvo normas confusas y difusas todavía no existe una clara identificación del taller dedicado al cristal como actividad real.

Visualizar al taller de lunas real frente a su condición de «suplido» de muchos concesionarios que se limitan a recoger el vehículo. Parte de mis inquietudes se han conseguido, pero otras todavía están en situación precaria.

P. ¿Cuál cree usted que es el secreto de un taller de luna para triunfar?

R. Hoy el taller independiente no tiene cabida en el sector actualmente si no está agrupado en una de las plataformas o empresas presentes el sector. El problema que se encuentra un industrial de cualquier parte del territorio es elegir en qué plataforma se integra, ya que las Aseguradoras hoy delegan no solo los servicios de lunas en estas plataformas sino, especialmente, los call center donde el asegurado declara la rotura de su luna: Ralarsa, etc.

P. Siguiendo esta misma línea, ¿qué tiene que hacer el sector para tener éxito?

R. El sector desde mi punto de vista tiene grandes problemas:

1º Económico: Las Aseguradoras cada vez exigen más servicios y descuentos, que algunos casos son abusivos. Esto revierte, como es lógico en toda la cadena de rentabilidad del taller, desde la matriz hasta el taller final y en muchos casos, en la calidad ya que está exigiendo que para cumplir los descuentos se pueda optar por comprar cristal de peor calidad, aunque se «cubra» con la excusa de que está homologado.

Entre un cristal de primera calidad y uno de menor calidad hay diferencias importantes de forma, peso, rendimiento, etc., que afectan necesariamente al conductor.

2º Reconocimiento de la actividad: El sector de lunas es el único que no tiene un reconocimiento formal en todo el sector del automóvil y por lo tanto no tiene normas de calidad y servicio específicas reguladas por los organismos competentes

3º La formación: La sustitución del cristal cada vez tiene mayor dificultad técnica y no tiene programas de formación específicos y homologados de nuevos profesionales.

La formación en los talleres de lunas es clave. Lo que existe actualmente es la autoformación o la formación en los talleres de lunas que dan las propias firmas. Es una paradoja que nadie atiende y que la complejidad tecnológica creciente la garantía de calidad no existe como tal.

El problema deviene que no existe una regulación homologada común y reglada. Soy uno de los pocos que viene insistiendo en esa faceta y necesidad que estimo nuclear y necesaria para garantizar la calidad al usuario.

4º El «monoproducto», el taller de lunas básicamente opera en lunas y esto genera una clara desproporción entre superficie potencial y uso.

P. De acuerdo al panorama actual, ¿cómo se ve reflejado el el futuro de los talleres de luna?.

R. Creo que el taller de lunas tiene un futuro muy incierto si no se acometen unas reformas importantes:

1ª La diversificación: El taller de lunas debe acometer servicios complementarios que posibiliten un uso mayor de las instalaciones.

2ª El económico: Hay que fijar precios y descuentos en función de calidad de producto, servicio e instalaciones, así como ubicación. Es totalmente ilógico que un taller, sin prácticamente espacio, con formación acreditada, con costes de instalación mínimos tenga la misma retribución que otros talleres de alto coste de ubicación, instalaciones servicios, etc.

P. ¿Considera positivo el uso de la tecnología en el sector? Por ejemplo, los sistemas de seguridad ADAS.

R. La tecnología es algo que ha venido no solo para quedarse, sino para incrementar el valor del cristal tanto en servicios como en dificultad técnica. El técnico especialista ya debe tener una alta formación si quiere acometer con garantías la sustitución o reparación de lunas.

El ejemplo más característico son los sistemas de Seguridad ADAS, que dar al cristal un valor esencial que no se resuelve con una simple sustitución, sino que determinan complejidades técnicas que deben resolverse con unos calibrados muy precisos y esto sólo es el comienzo de un futuro cada vez más novedoso que tiene como uno de sus principales elementos nucleares el cristal.

“Uno de los principales problemas del sector es el exceso de oferta frente a la demanda, tanto de talleres físicos como de cadenas e interlocutores.La solución evidentemente pasa por la concentración y en el mercado solo quedan las cadenas con proyectos integrales en toda la cadena: compra del cristal, distribución propia a sus centros, callcenter, tecnología, etc”.

Gabriel Muñoz

Asesor Pericial

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